Tango. Mi querido tango. Hoy me hundo en tu tristeza, en tus firuletes pintorescos que se me dibujan en toda la pared, en todo el techo y en el alma. Acordes amargos, melodías resonantes en medio de este aligerado vaivén.
¿Y que te cuento? No más de lo que podría contar a través de tu voz. Suenan como pocos los bandoneones que mi corazón solfea. Si me estiro te alcanzo y llego a tocar las uñas de tu lunfardo donde más me gusta zambullirme. Mezcla brava de emociones, todas juntas. Filosofía arrabalera. Crisol de sentimientos. En tu garúa me gusta posarme para mojarme, para que el frío se me meta más y más en las heridas y en el abismo, ahí es donde quiero llegar. A este corazón le cantas, lo siento. Sé que viniste a cubrir con tu alfombra helada a este desesperado.
¿Que digo? no más de lo que podría decir a través de tu voz. Pues voy siempre como un descarte, siempre solo, siempre aparte. Y más me enrosco en la serpiente para que venga a alejarme tu ronca maldición. Ya sé. No me digas, tenés razón. La vida es una herida absurda. Es tu color, es tu esfuerzo por dibujar este mundo recargado de matices y devolverlo en un sepia delirante, un sepia gustoso, colores que se ajustan a una visión que no necesita demasiado. Y si, prefiero las sombras aunque aquel dedo me acuse, por su gran afán de acusador, de ser un descarado derrochador de tristeza y soledad. Y aunque en las noches es donde más siento tu melancolía, más sincera es su voz que la sonrisa del día a día.
¿Qué canto? No más de lo que podría cantar a través de tu voz. Si en cada verso, cada estrofa me hablas de frente sin rebusques ni disonancias con tus rayones del pasado. Como me enseñaste que en mis derechos se incluye el de poseer una pena y me hablaste de la abundancia de este tesoro, que es acompañado por la dulce caricia de amor del vino que seduce y anestesia. Como me enseñaste que antes que nada hay que saber del sufrimiento, como paso obligado en este recorrido silencioso. Por la sombra, siempre por este pozo de sombras donde más locos nos sentimos.
¿Y qué más?
No más de lo que podría escribir a través de tu voz.